Cómo nos preparamos para recuperar «la nueva normalidad» en nuestras vidas

recuperar nueva normalidad nuestras vidas

Nos parece importante, reservar un espacio en nuestra revista la Karisina para ayudar a los compañeros y compañeras a enfrentar la incertidumbre vivida hasta ahora y la que está por venir. Por ello dialogamos con RITA ALARCON ESCOBEDO, Especialista en Terapia Familiar Sistémica y Experta en Intervención Psicoterapéutica.

¿Qué es la resilencia y qué herramientas tenemos los seres humanos para ayudarnos a superar esta crisis sanitaria del Covid-19 y el confinamiento? Y dado el momento en el que estamos, ¿Qué podemos hacer para ayudarnos en la fase de la desescalada y vuelta?

Soy consciente de lo que escucho a diario sobre el “retorno a la normalidad” y no dejo de preguntarme ¿Qué normalidad será? La respuesta por un lado es incierta y por otro hay diversas respuestas, probablemente coincido con mucha gente.

En estos dolorosos tiempos los cambios son rápidos, tanto que no tenemos tiempo de asimilarlos, asumimos con valentía el confinamiento, nos quedamos en casa y rápidamente nos fuimos adaptando a hacerlo todo en ella, incluso a vivir el dolor de la partida de nuestros seres queridos sin podernos despedir. Y todavía nos esperan más a los que tendremos que adaptarnos y de los que depende nuestro bienestar vital.

La resiliencia es la capacidad de afrontar, de sobreponernos a las adversidades, de sacar fuerzas y adaptarnos de forma positiva. Es esa capacidad humana para salir fortalecidos en condiciones adversas o traumáticas. La historia nos ha dejado muchos ejemplos de esta capacidad, individual y como sociedad; pero tenemos uno muy cercano, solo tenemos que mirar a nuestra gente mayor, hombres y mujeres que vivieron tantas adversidades y salieron adelante desarrollando una gran fortaleza. Aprovecho para rendir un tributo de admiración y gratitud por su valentía y las enseñanzas que nos dejan.

¿Cómo nos adaptamos a tener que vivir, al menos durante un tiempo, con las medidas de distanciamiento y protección? ¿Cómo podemos transformar la necesidad de abrazos y cercanía a esta distancia impuesta y volver a la normalidad dentro de las limitaciones?

Los cambios son una constante en nuestras vidas, y a pesar de ello, se genera en nosotros lo que llamamos resistencia al cambio, que en psicología lo utilizamos para definir la angustia emocional que nos lleva a seguir con los mismos comportamientos, las mismas costumbres a lo previsible, y es que todo cambio nos lleva a terrenos desconocidos; por ello dudo que la cuarentena por sí misma nos haga personas capaces de adaptarnos a la rapidez con que se imponen los cambios. Es necesario, por tanto, un cambio de actitud, una actitud proactiva para afrontarlos y adaptarnos a ellos.

Hay que reconocer que no todas las personas cambiaremos de la misma manera, ni al mismo ritmo, en esto nos sacan ventaja los niños y niñas y la juventud. Basta con mirar como estudian en casa y son quienes menos han infringido las medidas del confinamiento, y es que ya saben surfear en un mundo de acelerados cambios. Las personas adultas tendremos que cuidar de no caer en el pantanoso terreno de la persistencia a un pasado ya inmodificable, y comprometernos con el reto los cambios, porque no hay otra manera de vivir mejor.

Entre todos los cambios visibles, creo que lo que más nos costará, dada nuestra cultura, es respetar las distancias de seguridad ¿cómo no abrazar o acariciar a alguien que vemos y que le tenemos mucho cariño? Todo un reto. Tendremos que hacer un ejercicio de contención emocional y aprender a expresar el cariño con la mirada, a utilizar nuestro lenguaje gestual y corporal.

¿Cómo pasar de la resistencia al cambio a una actitud proactiva?

Las respuestas nos colocan en el debate del viejo dicho “más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer”, pero es que lo viejo conocido fue lo que nos llevó a esta situación, no nos queda más que asumir el riesgo y reducir la incertidumbre de “lo nuevo por conocer” y lo “nuevo” ya está aquí.

Reconocer y aceptar que nada será como antes, salir de la fase negación echar mano de la esperanza en que “lo nuevo desconocido será bueno” será lo primero que tengamos que hacer, luego tendremos que aferrarnos fuertemente a nuestros aspectos resilientes. Los cambios se moverán de lo personal a lo social y viceversa, puesto que vivimos en un eco sistema y “todo/as influimos en todo” o como nos enseñaron las compañeras feministas “lo personal es político”

En lo personal va desde lo más visible como nuestra indumentaria que incorpora la mascarilla y los guantes como nuevas prendas de vestido, desde la responsabilidad en el autocuidado de nuestra salud hacia lo colectivo de “me cuido para cuidarte”. Centrándonos en los cambios personales ¿cómo haremos en la vida práctica, para vencer el temor a la incertidumbre? Hay muchas recetas desde las clásicas hasta las más atrevidas, pero cada persona es un mundo y tiene su propio mundo alrededor, tendremos que aprender a utilizar las recetas y adaptarlas a nuestros intereses y conveniencia. Este ejercicio puede ayudar a reducir nuestros temores, se trata de manejarnos en supuestos y a lo mejor en el peor de los escenarios. Por ejemplo ¿Y si me quedo sin trabajo? Busca respuestas alternativas, arriésgate a pensar en la movediza zona de la creatividad, deja volar tu imaginación, coge lápiz y papel y toma nota, alguna buena idea se te ocurrirá, pero no puede quedar sólo en una idea, confía en ti, pon en duda las opiniones agoreras, y pon a prueba tus ideas.

Prepararnos o fortalecernos emocionalmente para las relaciones y la participación social, es otro reto, dejar atrás el individualismo para convencernos que los seres humanos somos gregarios y nos necesitamos. Vamos a permitirnos el error, hagamos un esfuerzo para pensar menos en lo que nos falta y más en lo que si tengo o puedo. Lo bueno de los tiempos de cambio es que está por definir. Vivir el presente, confiando en mí y en los demás para tener confianza en el futuro. Como cuenta en su libro, El hombre en busca del sentido, Víctor Frankl, fue la capacidad de proyectarse hacia un futuro y creer esperanzado que este tendría lugar lo que le permitió sobrevivir cuando era niño al holocausto.

Lee el número 13 de La Karishina