Confidentes, trabajadores sociales y educadores, la clave para frenar la radicalización en las cárceles

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Los funcionarios de prisiones son, sin duda, un elemento clave en la detección de procesos de radicalización dentro de las cárceles. Y entre ellos, especialmente, los trabajadores sociales y los educadores, que son los profesionales que mantienen un contacto más estrecho con ellos.

«Les hacemos un seguimiento muy estrecho, especialmente si muestran algún tipo de simpatía cada vez que se produce un atentado de Daesh», explican las fuentes consultadas por ABC. Pero además, resulta decisiva la capacidad de los funcionarios de conseguir «confidentes», que no tienen que ser necesariamente del entorno del recluso afectado pero que sí conocen sus movimientos dentro de los módulos.

«La verdad es que muchas veces son poco discretos; cambian de rutinas, comienzan a ser asiduos de los rezos cuando antes estaban alejados de esa realidad e incluso lucen una indumentaria distinta, como chilabas», explican las fuentes.

Hay otros signos externos: si antes tenían en su celda fotografías de chicas desnudas y en un momento determinado las quitan; si se rasuran el pecho o tienen enfrentamientos con funcionarios, rápidamente saltan las alarmas. «Por supuesto, los más sofisticados no son tan evidentes, y por supuesto son los más difíciles de detectar. Pero la experiencia también ayuda».

En esto se cumple una ley a rajatabla: «Quien se radicaliza en prisión no tiene por qué pasar a la violencia cuando sale a la calle; lo que es seguro es que para que haga una barbaridad es imprescindible que haya pasado por un proceso de este tipo», insisten los medios consultados.

Todo el personal que tiene trato con los internos tiene conocimientos de este tema, está sensibilizado y recibe información. Pero aún hay pasos que dar: «Una cosa es eso y otra cosa es que todos esos trabajadores tengan la formación necesaria, lo que es una asignatura pendiente en la que hay que avanzar».

Y ello porque antes los procesos de radicalización eran bastante evidentes, en reuniones de bastantes personas que no pasaban inadvertidas. Ahora se hace en círculos mucho más pequeños, y por eso es más difícil su detección.

La base de la prevención, en cualquier caso, está en el funcionario del módulo, en que consiga que los presos tengan confianza en él y le cuenten lo que sucede, porque si no es así el interno que se sienta vulnerable se juntará con el que le dé protección.

https://www.abc.es/espana/abci-confidentes-trabajadores-sociales-y-educadores-clave-para-frenar-radicalizacion-carceles-201808130150_noticia.html