Efeméride que nos empuja, ya como una lección aprendida, a no rendirnos, a no olvidar lo que somos y a seguir trabajando por conseguir que en todas las Comunidades Autónomas reconozcan nuestra categoría profesional: BOMBERO FORESTAL

Un dispositivo profesional, que tenga continuidad y que este operativo los 12 meses del año, para que no “pille” sin recursos a ninguna comunidad.

Estos últimos años se ha trabajado por un Estatuto Básico del Bombero Forestal, que regule, y de forma a nuestra profesión. Con la disolución de las Cortes ese texto que fue aprobado por el Senado se ha diluido y habrá que seguir trabajando con los diversos grupos parlamentarios para presentar otra Proposición de Ley que termine por reconocer nuestro trabajo de prevención, detección y extinción de incendios forestales, así como colaborar en las distintas contingencias ocurridas en el medio natural y rural.

Lección aprendida es también la necesidad de lograr que se regule de una vez la edad de jubilación de las y los Bomberos Forestales, con la aplicación de los coeficientes reductores, que ponga fin al riesgo que entraña tener a personal de más de 60 años en la primera línea de fuego en terrenos abruptos y de muy difícil acceso, y realizando trabajos preventivos de extrema complejidad.

En este día, tan marcado para Bomberas y Bomberos forestales, muchos de ellos lo celebraran todavía en el paro, esperando a la nueva temporada de alto riesgo para empezar su “campaña”, a otros les tocara estar de guardia y la mayoría realizando labores de prevención. Lo que es seguro, que todas y todos ellos hemos estado muy pendientes de los incendios ocurridos en estos primeros meses del año, y que ya han calcinado   más de 30.000 ha., quemando nuestros bosques y montes, y destruyendo biodiversidad irrecuperable.

Con todo ello, se cumplen los peores presagios, y ponen de manifiesto una realidad que ya veníamos anunciando: la “desestacionalidad” de los incendios y el cambio climático.