Orgullo, admiración y tristeza

En los últimos años hemos vivido en un mundo que ha demostrado ser capaz de dejar morir a una persona tumbada en la acera, o no preocuparse por el estado de alguien que se encuentra tendido en el andén del metro. Ahora debemos lamentar la muerte de Ignacio Echevarría, asesinado este pasado domingo en Londres en otro ataque terrorista.

Murió demostrando que hay seres humanos que si se preocupan por los demás. La acción de Ignacio nos debe traer a nuestras conciencias no solo la figura de una persona valiente o solidaria, sino simplemente lo que es capaz de sacrificar una persona llena de humanidad en un mundo cada vez más deshumanizado.